BLANCO Y NEGRO
Por Gabriel ortiz
Podría pensarse que, los alborotos que surgieron dentro del “petrismo”, desde el rifirrafe entre Laura Sarabia y Armando Benedetti, cuando afloraron luchas por el poder, rencillas y comprometedores secretos, se habrían sepultado para siembre.
La reaparición del hombre que, conoce y tiene in pectore aquello de los 15 mil millones que entraron a la campaña que llevó a su jefe a la presidencia, ha dado mucho de qué hablar, pensar, temer y pronosticar sobre lo malo y lo bueno que puede llegar para los amigos, enemigos y hasta indiferentes del actual gobierno.
Benedetti, ese político costeño tan controvertido y enigmático que alcanzó una presidencia en el Congreso, y que tantos dolores de cabeza ha dado a sus jefes y adversarios, a quien es difícil ubicar ideológicamente, se matriculó en el “petrismo”, se incrustó en el corazón de su jefe y besó su frente, como lo hizo un discípulo con el Creador.
En agosto del 22, quedó por fuera del gabinete, pero logró tomar la mano de Maduro como embajador en la ruinosa Venezuela, cargo que poco frecuentó esperando algo mejor, más atractivo y productivo. Fue entonces cuando atacó inmisericordemente a Laura, la ya mano derecha del poder, cosa que lo apartó momentáneamente de la Casa de Nariño, que prefería tenerlo a tono y contento. Nada mejor que encomendarle algo más alimenticio, razón por la cual fue enviado a la FAO en Roma. No se le conoció gestión alguna en Italia, pero si una aparición en España con riña y amenaza conyugal, que por poco le cuesta un ingreso a Aranjuez.
Nada más nostálgico, depresivo y desolador que la lejanía. Roma está lejos… muy lejos, mientras las llamadas suelen cortarse. Benedetti, como buen costeño, necesitaba acercarse a la butifarra, el suero y el ñame para alcanzar el impulso necesario hacia el poder. Unos días en Barranquilla, le sirvieron para superar los obstáculos. Hay quienes dicen que Petro lo llamó, pero la
realidad es que él “lagarteó” el contacto. Seguramente, recordando tiempos pasados, las memorias funcionaron y revivieron antiguas faenas. Se limaron asperezas que abrieron las puertas de la Casa de Nariño, incluyendo perdones y desagrados anteriores.
Petro afiló su pluma para entintarla y firmar lo que vendrá después con pompas y platillos. Laura dejará un espacio entre su despacho y el del presidente, para instalar allí la oficina que ocupará Benedetti. Fue pues el reintegro, desagravio, pago de favores e ingreso del ex embajador al más alto gobierno.
No todo el “petrismo” ha recibido a Benedetti con alborozo. Muchos repudian el hecho, lo creen inconveniente, se sienten desplazados; ocho ministros, muchos funcionarios y los llamados decentes, no alcanzan a comprender lo ocurrido.
Esto acontece mientras Petro desgobierna, prende peleas con todo el mundo, acaba con el Icetex y no se percata de la corrupción imperante. Se ve el patrocinio, al parecer oficial, de marchas y protestas de indígenas y grupos que bloquean las electrificadoras, servicios públicos y minerías… Y Petro y Benedetti ahí.
BLANCO: ¿Por qué será que los colombianos, desde el 2022, tienen qué emigrar y pedir asilo en Inglaterra y tantos países más?
NEGRO: ¿Qué persigue Petro, atacando al gobierno de Bogotá?
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