Hacia los tres poderes




 BLANCO Y NEGRO

Por Gabriel Ortiz 

Se le ha rebotado y con todo ímpetu la fiebre parlamentaria a quien hoy trata de imponer, abusar, excederse y aprovechar el régimen ejecutivo, junto con conserjes y alguaciles que lo siguen a ciegas, sin respeto por nuestra democracia.

El gobernante, mucho antes de posesionarse, abrió las puertas a lo que iba a ser su mandato, para acomodar fichas claves que permitieran manejar las más productivas posiciones.

Según lo denunció quien iba a encargarse de impuestos y aduanas y posteriormente la cartera de Desarrollo, el economista Luis Carles Reyes, le cayeron, nada menos y nada más que el prominente Armando Benedetti y la influyente Adelina Cobo, acompañados por el hijo del nuevo presidente Nicolás Petro. Querían manejar impuestos y aduanas, que según se ha descubierto, estarían en poder del contrabando, incluido el “papa pitufo”.

Había otros conserjes rondando a quienes se habían o estaban escogiendo para los más altos y productivos cargos. 

Tomadas las fuerzas del poder, empezaron a conocerse designaciones en entidades que terminaron en manos de la corrupción. Los escándalos rodearon a cuanta jefatura existiera en los hilos del poder. Se incluyó en esa horda de tramitadores y gestores a fieles y cercanos funcionarios, muchos de los cuales dejó al descubierto el doctor Reyes: uno de ellos, quién lo creyera, estaba el ministro Bonilla.

Pero la estrella de todo el embrollo era Benedetti, estrecha mano derecha del gobernante. El del engorroso e incómodo dialogo con la hoy canciller, donde se dieron a conocer los 15 mil millones de pesos que ingresaron a la campaña y docto en alcahuetear temas políticos ocultos para beneficios futuros. Fue piedra angular durante la campaña, parece que conoció a Pitufo, desempeño sin éxito la embajada en Caracas, luego fue enviado a la FAO en Roma, en España enfrentó líos y finalmente aterrizó en Bogotá, para asumir importante cargo al lado del mandamás, cosa que lo frenó, cuando el consejo de ministro en pleno lo repudió. 

Imposible darse por vencido con semejante sabiduría y poder que conlleva la cercanía al mandamás. Con sus manos llenas de mermelada doblegó al congreso que aprobó a medias la reforma a la salud, pero que tiembla en el Senado.

El todo poderoso, quiere más y sabe que requiere de todo el botín presupuestal para imponer su propia democracia. Quiere revivir sus destrezas parlamentarias y ejercer así los poderes ejecutivo y legislativo. Sus consejos de ministros los ha convertido en foros resucitar sus hábiles debates.

Quiere apoderarse del Congreso y prepararse para asumir el poder judicial, al que desconoce y se burla, como ha ocurrió, con la orden de entregar los fondos a la salud.

Su objetivo es agrupar en sus manos los tres poderes para, junto con el presupuesto que tiene desparramado y oculto imponer su fracasado y ruinoso “cambio” que no supo construir. Ya amenazó al congreso, con amenazante advertencia “madurista”, en caso de negarse las reformas: “habrá ruptura”. ¿Será que lo cierra?

Colombia entera está a tiempo de unir a todo su pueblo para salvar la democracia y establecer con fortaleza un estado que nos lleve al progreso, la estabilidad, la paz y los anhelos que lo liberen del despotismo y la indiferencia.

BLANCO: Es imposible que solo el presidente y dos o tres ministros, sean quienes encuentren algo bueno para el pueblo en las reformas laboral y de salud.    

NEGRO: El abuso y el secuestro de nuestras fuerzas del orden por los grupos que, apoyados por los narcos, siembran el pánico en todo el país.  

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