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BLANCO Y NEGRO

DICTADOR QUE ESCRUTA, ELIGE

Por Gabriel Ortiz 

Tradicionalmente quienes llegan al poder se sienten tentados a permanecer en el, porque se les quedan en el tintero cosas que creían fundamentales por hacer, anhelan usufructuar las mieles del imperio y el mando. Nada hay más envilecedor que la soberanía.

Hasta quienes son elegidos legalmente, en cualquier momento de su mandato alcanzan a pensar en ir más allá de sus períodos, como se lo aconsejan esos “lagartos” consejeros que quieren quebrar las voluntades democráticas de quienes han sido designados legalmente.

Casos se han visto, se ven y se verán en este mundo, ante la puja de las diferentes maneras de ejercer poder por las múltiples tendencias de los gobernantes que hoy manejan las naciones.

Ni las izquierdas, ni las derechas ni los centros, están vacunados contra los excesos imperiales de los mandatarios. Por ello durante las campañas se sacan los cueros al sol y se enrostran sus falencias. 

Ya en funciones, sacan a relucir cambios, reformas y tendencias que apenas dieron a entender durante las campañas. Las propuestas racionales, democráticas y hasta revolucionarias ofrecidas, se convierten en barullos y proyectos bien diferentes a los esperados por quienes los eligieron.

Así se cambian los gobiernos, sus propuestas y propósitos.

Quienes “maduran” en el poder, van más allá: imponen todo y emprenden los caminos de la perpetuación, utilizando cuanto vericueto y atajo legal o ilegal encuentren.

Así se registran permanencias casi infinitas en los mandatos de gobernantes que han sufrido los pueblos de las diferentes regiones del planeta. Las dictaduras los subyugan y apasionan hasta el punto de llevarlos a imponer el terror en sus mandatos. 

Ahí tenemos el claro ejemplo de un venezolano que quiere imponerlo todo y desconocer cuanta norma exista para adueñarse de lo que era una de las naciones más ricas del mundo.

El que escruta elige, reza el adagio popular y así está actuando. Prometió realizar unas elecciones limpias que nunca cumplió. Empezó dando un manejo al conteo de votos con un apagón y luego inventando un hakeo. Pero María Corina, una inteligente y extraordinaria dirigente política, descubrió por anticipado la torpe pretensión de Maduro. La manipulación de las actas de los escrutinios, ya daban a conocer el fraude. El mundo entero comprobó la pretensión del dictador por prolongar su poder y mancillar a una nación, a un pueblo, a una democracia.

Pero el dictador no cesó en su empeño. Puso su ejército, su poder electoral y judicial a actuar bajo las ordenes de un Diosdado, para autoproclamarse presidente con solo 30% de los sufragios, frente al 70% que tenía Edmundo González, líder de la oposición.

Hasta ahora no ha cesado en su empeño, mientras su pueblo protesta con marchas que han ocasionado más de diez muertos, mil detenidos y nutridas marchas de protesta. Hasta Petro se apartó de Maduro y le recomendó actuar con sensatez. Colombia necesita ese cambio dentro de sus planes de paz. 

La testarudez del dictador no se sabe hasta donde llegue, pero su pueblo, organizaciones internacionales y la sabiduría popular seguirán clamando el cambio que requiere Venezuela. 

BLANCO: La dirigencia colombiana pide reunión urgente de la Comisión de Relaciones exteriores, para analizar y actuar sobre el caso Venezuela.

NEGRO: 28 mil empleos se han perdido en Colombia por suspensión de la exploración y explotación de hidrocarburos. Es el gobierno Petro. 

 

  

   



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